AUTOESTIMA E IMAGEN, MUJER VÍCTIMA O REBELDE?.
Eva Boix, AFEC
Mujer algún día, te vas a despertar y te darás cuenta que cualquiera de los esfuerzos que hiciste para agradar a alguien, para ser aceptada, para ser respetada, para ser valorada, no funcionaron como tú esperabas.
Da igual cuánto, cómo y con qué grado de intensidad lo hagas o para quién lo hagas, te puedo asegurar, que nunca vas a conseguir sentir que todo eso que viene de fuera, colme todas las expectativas que te habías creado o habías permitido que se te fueran inculcadas.
Nunca vas a ser suficientemente guapa, inteligente, femenina, en resumen, perfecta, para nadie que no sea, para ti misma.
Darse cuenta de que nunca va a llegar esa tan ansiada aceptación, aunque te hayas pasado media vida intentándolo, variando rumbos, cambiando estrategias, adaptándote a lo que se esperaba de ti, hasta modificando tus propias expectativas, va a doler.
Respóndete a estas preguntas:
Te preguntas si haces todo lo que puedes y sabes por amar a los demás? te esfuerzas para que además estén contentos? Te has cuestionado alguna vez si lo hacías bien? Si era suficiente o no? Has priorizado la felicidad de alguien antes que la tuya? Te has juzgado alguna vez? Te has criticado alguna vez? Te has menospreciado? Te has maltratado?
Si la mayor parte de las respuestas son “sí”, pregúntate ahora cómo te sentirías si hubieras respondido a la mayoría de las preguntas que “no”. Te sentirías culpable? cuál vuelve a ser tu respuesta?
Te aseguro que cuando vas respondiendo que “no” a cada una de esas preguntas, tus vacíos empiezan a llenarse, ese es el tipo de amor que necesitas, el amor a ti misma, ese que no permite que las respuestas sean “sí”, ese que hace todo lo que está en tu mano, para conseguir que las respuestas sean “no”. Ese amor no viene de fuera, por tanto, te das cuenta que la solución no es que tengas que hacer de todo para que te llegue desde el exterior, tu único esfuerzo es aprender a rebelarte contra la “lógica” de lo establecido o normalizado.
Cuesta, cuesta mucho, no te voy a decir que sea fácil, lo fácil es victimizarte, calzarte en un “pobre de mí” y permitir que ese amor propio que grita por salir, ese amor que necesitas, se quede encerrado en tu interior. Ese amor se suele tapar en una falsa autoestima, esforzándote por conseguir una belleza exterior que solo pretende tapar tus miedos, esos miedos que no permiten convertirte en alguien valiente y que solo consiguen otorgarle el poder al otro para quitárlelo a ti, porque se te gasta la vida esperando que los demás te den ese amor que tú no te saber dar y para eso, a veces, usas tu imagen.
Esa victimización solo consigue que no te creas tu verdadero poder y ese poder es el asumir y aceptar que no necesitas a nadie, pero por qué cuesta tanto algo que parece tan sencillo? porque esa afirmación no interesa a ningún poder establecido. Si no necesitas a nadie, les quitas el poder sobre ti.
La valentía tiene mucho que ver con la rebeldía.
La valentía radica en luchar por ti, en todos los aspectos posibles, luchar para que cuando te sientas sola, incomprendida, infravalorada incluso maltratada, entiendas que eso proviene de los demás y que lo que necesitas son fuerzas para que esas sensaciones cesen. Si te sientes sola, debes luchar para sentir que te tienes a ti misma, ahí, para cuando te necesites, da igual si es para reír o para llorar. Ahí debes estar, fuerte para que cuando tu alma esté triste, tú misma te sepas dar lo que necesitas, curándote las heridas como sea necesario, pero ahí debes estar, sin esperar que nadie te rescate.
Si te sientes incomprendida, piensa que quizás son los demás que no han aprendido suficientemente bien tu idioma, comprendete tú, perdónate por eso que los demás llaman errores pero que tú les llamas lecciones.
Si te sientes infravalorada, es que quizás has permitido que las barreras te las hayan impuesto los demás, son sus propias expectativas, no las tuyas, tu rebeldía consiste en enfocarte en poner tus propios límites, da igual los que sean, aunque se trate de avanzar milímetro a milímetro cada día, si te apetece, avanza, si no, espera a que te apetezca, sin remordimientos, sin exigencias. Respeta tus tiempos, tus necesidades, mímate de esa forma. Ámate de esa forma. No debes permitir que nadie te diga lo que es el amor, porque el amor es la máxima expresión de la libertad humana.
Si te sientes maltratada, aléjate. Sencillamente, aléjate, da igual quién te maltrate, sea familiar, amiga, marido, vecino o vecina. No permitas que nadie traspase tus límites, para eso están, para defenderte. No digo que no ames, digo, que cuando empiezas a amarte de verdad a ti misma, entiendes qué es el amor verdadero y comprendes sin ningún tipo de duda que ese amor nunca debe doler. Por tanto, si alguien te provoca dolor, aléjate porque sencillamente no te ama como se merece ser amado cualquier ser humano y eso simplemente es ser deshonesto con uno mismo. Te aseguro que cuando lo consigas, también vas a entender que te será imposible hacer daño a nadie. Una víctima nunca cree que hace daño, pero sí lo hace, empezando por una misma y acabando por los demás. Una rebelde es consciente de su poder y lo aprende a controlar para no dañar a nadie, empezando por ella misma y acabando por los demás.
Eso es ser rebelde y ser rebelde no es perjudicial para ti, pero sí para el poder que pretende anularte.
Podría culpar al sistema patriarcal, ese que desde tiempos inmemoriales se esfuerza en dominar a la mujer porque es consciente del potencial que ella tiene. Y muchos hombres que tienen cargos de poder en los estamentos han tenido y siguen teniendo miedo de que ese gran potencial les destrone. Se ha escrito mucho sobre las formas y maneras en que esa dominación y menosprecio se produce. Creo que sí existe, pero de la misma forma en que se pretende anular todo lo que parece que puede acabar con ese poder tan anclado en el tiempo, también existe la posibilidad de conseguir la verdadera igualdad sin tener que llegar a optar por la lucha de poderes, porque una guerra para conseguir llegar al poder no es la solución, creo que la solución es poder compartir el poder y poder conseguir así que los dos géneros salgan beneficiados, no uno más que otro, aceptando que sus diferencias no los hace mejores o peores, sino, que los hace únicos.
Creo firmemente que para acabar con ese poder que sólo genera desigualdad no debemos emprender el camino de la victimización, porque entonces solo conseguiremos perpetuarla más. Cualquier persona que se sienta menospreciada, infravalorada, debe apelar a su rebeldía, a mostrar la imagen de lo que verdaderamente es, una persona completa y válida y a partir de ahí, dejar de culpar al otro para dejarle de otorgar poder y centrar todo su atención en mostrar, que no demostrar, su verdadero potencial.
Creer y dedicar todos los esfuerzos en obtener una imagen que sea aceptada por los demás, solo le quita poder al individuo y por tanto, se lo otorga a los otros, esos que pretenden decirnos cómo ser y qué sentir.
Es por eso que creo en la rebeldía como forma de amor propio, una fuerza necesaria para aprender a transformar el odio en amor, amor del bueno, del sano, no del que se viste para agradar y creer que se tiene poder sobre los demás, sino del que se viste para ser, simplemente, porque se acepta a uno mismo tal cual es, sin miedos ni ataduras. Siendo sencilla y honestamente libre.